El Covid ha transformado los mensajes de fuera de la oficina
Pilita Clark
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Pilita Clark
Hace unas semanas -un viernes por la tarde- un colega en Londres recibió un mensaje de fuera de la oficina de un hombre que decía que no estaba disponible porque estaba “trabajando en horario de invierno hoy”.
El mensaje decía que cualquiera que lo necesitara con urgencia podía llamar al número de teléfono celular incluido en la nota, que terminó diciendo: “Responderé a tu correo electrónico el lunes. Espero que tengas un buen fin de semana”.
Mi colega, como yo, estaba desconcertado. ¿Qué diablos eran las “horas de invierno”? Hice averiguaciones. Resultó que el hombre trabajaba para una empresa global que decidió que el personal, que ya había trabajado una semana de 40 horas antes de la 13.00 horas del viernes podía tomarse el resto del día libre y disfrutar lo que quedaba de la luz solar del invierno.
La empresa entró directamente en mi archivo de “Compañías que se comportan bien en la pandemia”. Entonces me di cuenta de que necesitaba un nuevo archivo, porque ese no era de ninguna manera el único mensaje inusual de fuera de la oficina que había visto en estos últimos 12 meses tan difíciles. Juntos, cuentan la historia de un año de vida laboral que nadie jamás esperó que comenzara y que a veces parece que jamás terminará.
El primer grupo de mensajes surgió un poco después de que comenzaron los primeros confinamientos a principios del año pasado y reflejaban el choque de la nueva situación. Todos eran de padres jóvenes que trabajaban y que de repente se habían convertido en maestros o niñeras además de su trabajo de tiempo completo. La mayoría comenzaban con un saludo tradicional: “Gracias por tu correo electrónico”, antes de explicar que debido al brote de Covid, era posible que tal vez tendrías que esperar un poco más para recibir una respuesta.
Luego seguía una explicación de las vidas personales de los remitentes que había estado casi completamente ausente de los mensajes de fuera de la oficina anteriores al Covid. “Estoy equilibrando el trabajo con el cuidado de dos niños en casa, por lo que la respuesta a los correos electrónicos será más lenta de lo habitual”, decía uno de los primeros que vi. Al igual que otros mensajes que siguieron, éste enumeraba las horas específicas entre las 8.00 y 20.00 en las que el remitente estaría disponible.
Bien por ti, pensé, preguntándome si yo habría sido lo suficientemente valiente como para enviar algo así si hubiera estado en su posición. Obviamente, ayudaría si trabajaras para un lugar como la Universidad de Sheffield. La universidad le aconseja al personal que escriba ese tipo de mensaje en una plantilla especial de correo electrónico de fuera de la oficina que fue creado para los empleados que han sido forzados a trabajar desde casa a raíz del Covid. Pero no todo el mundo tiene un empleador tan sensato.
A medida que ha ido avanzando la pandemia, han surgido nuevas variantes de mensajes de fuera de la oficina que dicen algo como: “Debido a la educación en casa, estoy trabajando horas flexibles y puedo enviar correos electrónicos a cualquier hora. No sientas que necesitas responder de inmediato”.
Ese es un mensaje muy amable, especialmente si el remitente es de un nivel más alto que el destinatario. De hecho, Sheffield le aconseja a su personal que diga lo mismo. Sin embargo, este año, a medida que volvieron los confinamientos para millones en el invierno en el hemisferio norte, ha surgido un tono de desafío en los mensajes de fuera de la oficina.
Mis propias respuestas automáticas son un ejemplo de ello. Solía decir que podrían enviarme mensajes de texto para asuntos urgentes y que respondería a mi regreso. Esto era falso y una idiotez. De hecho, no respondía a muchos correos electrónicos a mi regreso y fingir que lo haría era innecesariamente estresante, lo cual era estúpido. Un año de Covid me ha hecho más realista. La última vez que estuve fuera, simplemente dije: “Estoy de licencia hasta el 8 de marzo. Si tienes una consulta urgente, por favor envíame un mensaje de texto”.
Otros han adoptado un enfoque más enfático. “Estoy fuera y no estoy revisando mi correo electrónico”, anunció la línea de asunto en un correo electrónico que un amigo recibió a principios de este año. Otro hombre que conozco es aún más franco. “Estaré fuera de la oficina y NO revisaré el correo electrónico hasta que regrese”, dice su último mensaje de fuera de la oficina. “Debido al volumen de correos electrónicos que recibimos, por favor asume que es probable que el tuyo no se lea o incluso se elimine”.
Apruebo ambos enfoques. Son sencillos y, para aquellos que reciben una gran cantidad de correos electrónicos no solicitados, son necesarios.
Estoy profundamente a favor de la cortesía general en los correos electrónicos, especialmente en un momento como éste. Y estoy bastante segura de que si hubiera visto alguna de estas respuestas automáticas antes del Covid, las habría encontrado sorprendentes y posiblemente discordantes. Ahora, sin embargo, en un momento en el que el tiempo libre realmente tiene que significar tiempo libre, me parecen muy positivos.